Retando su propia habilidad para copiar fielmente, un día los chinos se propusieron el mayor desafìo de su existencia: copiar la geografìa, la arquitectura, la cultura, la religión y el lenguaje de un pueblo y lo hicieron con tan extraordinaria precisión, que no les importó perder su identidad y vivir como un pueblo ajeno, aunque bien copiado.
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