martes, 15 de abril de 2014

Aladino y la Lámpara Maravillosa

Coincido plenamente.

Para facilitar la escritura de cuentos cortos que tengan ese ímpetu de síntesis y análisis condensado, es necesario leer y reeleer.

Un buen princio podría ser Las Mil y Una Noches, que viene a ser algo así como la mamuschka de los cuentos, pero con dimensiones infinitas.

Es un libro maravilloso.

 Ahora mismo recuerdo la historia de Aladino y la Lámpara Maravillosa.



















(Ilustración tomada de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbwQ9UzbFIFfo9FlPodUG4VA04optoU38fUT3YCqoE6YxY6BlY4RFCnT7_wtF9nx6i7hBRrEA_DvNK7Iepat0WFSIRCrdw5PlefRvoXxKpoYoLP87icjcbbfBYUCnUDVnQis5AI24R54Q/s1600/Sebastian+Escobar+-+Aladino+Y+La+L%C3%A1mpara+Maravillosa.jpg)


¿Por qué no intentamos un cuento corto con esa leyenda?

Según la historia, Aladino es una persona pobre que encuentra la Lámpara Maravillosa que al frotarla, le sale de su interior un genio que compensa en lo que le soliciten, sobre todo por el agradecimiento de haberlo salvado de su encierro.

Procesando el cuento corto: ¿y que tal si le cambiamos el final, digamos que el genio no quería salir de la lámpara?

ALADINO Y LA LAMPARA MARAVILLOSA

Molesto por haberlo despertado de su milenario sueño en la Lámpara maravillosa, el Genio convirtió en polvo a Aladino.

Listo. A subirlo en twitter.

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