Hay mucha gente en la playa.
Un nadador ha sido más audaz y se ha alejado de la playa, mar adentro, donde encuentra una boya que porta un letrero que dice "Prohibido nadar aquí".
El nadador mira a su alrededor, hay un sol radiante, a lo lejos se ven las personas en la playa como palitos de colores sobre la arena.Sonríe con ironía, está seguro de sí mismo, piensa que los lugareños son muy mogigatos por ese tipo de letreros y aprovecha para zambullirse.
A pesar del sol inclemente hay escasa visibilidad bajo aquellas aguas---en eso se parece a la neblina, a veces permite ver algo o a veces nada---. Los rayos de sol que penetran el agua permiten apreciar una especie de cortinas de agua, como cubos de cristal enormes. Los sonidos bajo el agua se escuchan secos y más intensos.
El nadador quiere romper su récord de aguantar la respiración bajo el agua. Asciende a la superficie, el sol le lastima la vista, aspira aire y con fuerza se vuelve a sumergir.
Por el rabillo del ojo le pareció ver una sombra, como si se tratara de un objeto o de otro nadador, pero no ve nada. Piensa que es su imaginación y se pone un poco nervioso. Con cautela busca por todos lados bajo el agua y le parece que una sombra se aleja de manera furtiva. La incertidumbre y el instinto de sobrevivencia lo llevan de regreso a la superficie.
Mira a su alrededor temiendo encontrarse con algo desagradable. No cuentra nada. Respira profundo y piensa que es su imaginación que lo está poniendo nervioso. Está indeciso entre darse otra zambullida o regresar a la playa.
El mar se ve inconmensurable y peligroso.
Ubica la playa y empieza a nadar en esa dirección cuando a sus espaldas se escucha un ruido como si algo hubiese caído al agua, salpicándole y generando orlas de blanca espuma a su alrededor. Voltea y alcanza a ver una sombra que se aleja, como un enorme pez, mientras siente en las piernas un ardor sumamente doloroso acompañado de un calor creciente, como si tuviera las dos piernas metidas en agua muy caliente.
Las aguas a su alrededor se empiezan a teñir de rojo, es sangre.
El nadador quiere volar sobre la superficie del agua y nada en dirección a la playa, pero no avanza. Grita, mueve los brazos en señal de auxilio. La gente está muy lejos y no alcanza a escuchar. Un niño lo ve a lo lejos y le comunica algo a una bañista de lentes oscuros. La bañista mira en dirección del nadador, tarda un poco en ubicarlo. El hombre que está en el agua ensangretada levanta los brazos y su garganta no le responde cuando quiere gritar. La bañista lo ve y da aviso al salvavidas.
Una lancha de motor sale inmediatamente a su encuentro, cuando llegan cerca del nadador, éste pierde el sentido. Lo sacan del agua, pero el nadador ya no tiene sus extremidades: el tiburón se había llevado sus piernas.
Todo lo anterior, lo podemos representar en el siguiente cuento corto:
Cuando sintió el ardor, el tiburón ya había huido
con sus piernas.
Un nadador ha sido más audaz y se ha alejado de la playa, mar adentro, donde encuentra una boya que porta un letrero que dice "Prohibido nadar aquí".
El nadador mira a su alrededor, hay un sol radiante, a lo lejos se ven las personas en la playa como palitos de colores sobre la arena.Sonríe con ironía, está seguro de sí mismo, piensa que los lugareños son muy mogigatos por ese tipo de letreros y aprovecha para zambullirse.
A pesar del sol inclemente hay escasa visibilidad bajo aquellas aguas---en eso se parece a la neblina, a veces permite ver algo o a veces nada---. Los rayos de sol que penetran el agua permiten apreciar una especie de cortinas de agua, como cubos de cristal enormes. Los sonidos bajo el agua se escuchan secos y más intensos.
El nadador quiere romper su récord de aguantar la respiración bajo el agua. Asciende a la superficie, el sol le lastima la vista, aspira aire y con fuerza se vuelve a sumergir.
Por el rabillo del ojo le pareció ver una sombra, como si se tratara de un objeto o de otro nadador, pero no ve nada. Piensa que es su imaginación y se pone un poco nervioso. Con cautela busca por todos lados bajo el agua y le parece que una sombra se aleja de manera furtiva. La incertidumbre y el instinto de sobrevivencia lo llevan de regreso a la superficie.
Mira a su alrededor temiendo encontrarse con algo desagradable. No cuentra nada. Respira profundo y piensa que es su imaginación que lo está poniendo nervioso. Está indeciso entre darse otra zambullida o regresar a la playa.
El mar se ve inconmensurable y peligroso.
Ubica la playa y empieza a nadar en esa dirección cuando a sus espaldas se escucha un ruido como si algo hubiese caído al agua, salpicándole y generando orlas de blanca espuma a su alrededor. Voltea y alcanza a ver una sombra que se aleja, como un enorme pez, mientras siente en las piernas un ardor sumamente doloroso acompañado de un calor creciente, como si tuviera las dos piernas metidas en agua muy caliente.
Las aguas a su alrededor se empiezan a teñir de rojo, es sangre.
El nadador quiere volar sobre la superficie del agua y nada en dirección a la playa, pero no avanza. Grita, mueve los brazos en señal de auxilio. La gente está muy lejos y no alcanza a escuchar. Un niño lo ve a lo lejos y le comunica algo a una bañista de lentes oscuros. La bañista mira en dirección del nadador, tarda un poco en ubicarlo. El hombre que está en el agua ensangretada levanta los brazos y su garganta no le responde cuando quiere gritar. La bañista lo ve y da aviso al salvavidas.
Una lancha de motor sale inmediatamente a su encuentro, cuando llegan cerca del nadador, éste pierde el sentido. Lo sacan del agua, pero el nadador ya no tiene sus extremidades: el tiburón se había llevado sus piernas.
Todo lo anterior, lo podemos representar en el siguiente cuento corto:
EL TIBURÓN
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