--Maestro, ¿en qué momento empieza la vejez? --La vejez empieza en el momento en que te conformes con cualquier cosa.
Blog de divulgación del cuento corto para promover la reflexión, incentivar la creatividad, arrancar sonrisas y facilitar el pensamiento lateral.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
martes, 2 de diciembre de 2014
El mutuo deseo
La niña gritó a su mamá con todo su corazón: "¡Me voy a ir!" La mamá enojadísima, gritó con todo su corazón, "¡Pues, lárgate!". La niña se zafó del brazo de su mamá, justo cuando pasaba al lado un enorme camión de carga. Y la niña se fue.
martes, 18 de noviembre de 2014
EL DIABLO MURIÓ EN SALINA CRUZ
Llegó a Salina Cruz en un buque camaronero de
Sinaloa.
De unos cuarenta y cinco años, alto como de dos
metros y fornido. De tez blanca, cabeza cuadrada, nariz aguileña, bigote de
alacrán y enorme y ancho mentón.
Vestía un pantalón de mezclilla, botas de cuero
y camiseta de color claro, portando un enorme puñal en el cinturón.
Le decían "El Diablo" porque ningún
nombre podía describir mejor su comportamiento irascible, agresivo, irracional
y asesino.
Entraba a los restaurantes y si no le daban de
comer gratis causaba destrozos y golpeaba a los meseros.
Robaba lo que le
gustaba y posteriormente lo destruía con saña. Las mujeres le temían y huían ya
que tenía fama de abusador sexual.
Hasta la policía le tenía miedo, por eso no lo
detenían, y solamente deseaban que algún día regresara por donde llegó. Pero el
Diablo no tenía la intención de irse. En ningún lugar le habría resultado tanto
respeto su ferocidad como en Salina Cruz.
Los crímenes que cometía eran celosamente
callados por la población y por la policía.
El Diablo escogió la enorme cantina principal
de Salina Cruz como su despacho personal y aquel que osara sentarse en su mesa
favorita, ubicada estratégicamente en el mejor lugar dentro de esa
cantina, generalmente acaba apuñalado,
por lo que esa mesa era respetada por todos los salinacrucenses.
Llegó un día a Salina Cruz un pasante de
medicina para realizar sus prácticas profesionales y pareciéndole agradable la
mesa vacía bien ubicada de la enorme cantina, tomó asiento y solicitó una
cerveza bien fría.
Todo mundo le sugirió que no ocupara esa mesa,
pero nadie le decía el por qué.
Tal vez porque el rostro de aquel pasante de
medicina parecía angelical y probablemente el Diablo no lo tocaría, o tal vez
porque emanaba de ese rostro una determinación que parecía por lo menos igual a
la del Diablo.
En cierta forma, el Diablo tenía en la mirada a
la muerte, pero un estudiante de medicina sabe que la muerte le resultará sólo
una natural compañera de su profesión.
Sin embargo, aquel joven estudiante de medicina
no atendió ni comprendió las invitaciones para dejar esa mesa y empezó a
beberse la fría cerveza en medio de la mirada curiosa y atenta de todos los
parroquianos, porque ese momento era la hora en que llegaba el Diablo para
sentarse precisamente en ese espacio, en su mesa favorita.
Efectivamente, el Diablo entró pateando las
sillas y sorprendido notó que su mesa favorita estaba ocupada por el hombre de
blanco.
Lo miró en franco desafío, pero el joven
practicante de medicina ni se inmutó.
Un silencio helado reinaba en la cantina,
esperando que el Diablo cometiera uno de sus nuevos crímenes. Pero el Diablo oteaba
desconcertado, había algo en los ojos de ese estudiante de medicina que no
cuadraba con sus víctimas, de modo que derribó la mesa con furia, haciendo caer
la botella de cerveza que se partió en el piso en mil pedazos y tomando por el
cuello de la bata blanca a aquel joven le gritó en la cara:
--"¡Hijo de tu tal por
cual!
¿Qué haces en mi mesa favorita? ¡Qué haces en mi mesa favorita!”
El médico abría los ojos sorprendidos, pues
hasta ese momento comprendió que esa mesa le pertenecía a un loco, mientras el
Diablo, escupiéndole el rostro lo tiró con fuerza al piso y empuñando su enorme
puñal, amenazante hizo un giro al aire como si partiera en dos a alguien.
Tiró las mesas que estaban cerca y brindándole
un fuerte puntapié en el brazo al médico que se incorporaba le gritó: “¡Lárgate
o te mato, no quiero volverte a ver nunca! ¡Nunca vuelvas a entrar a esta
cantina porque te mato, ¿lo oíste bien?, te mato, hijo de tu tal por cual!”
El médico salió desconcertado de la cantina,
mientras que, rápidamente, los meseros levantaban la mesa y la silla del Diablo
y le ponían una botella de tequila, limones y botanas.
La gente respiró tranquila y todos hicieron
como si no hubiera pasado nada. Todos juraban que esa era la última visita del
médico a esa cantina.
Al día siguiente, como a la misma hora, ingresó
a la cantina el mismo estudiante de medicina, todo vestido impecablemente de
blanco, ante la mirada atónita de los parroquianos, ocupó la misma mesa del día
anterior y pidió que le sirvieran una cerveza.
Un murmullo general invadió el lugar, incluso,
varias personas salieron para regresar con mucho más gente. Parecía que todo
Salina Cruz se había dado cita en esa cantina, que se había convertido en un
inusitado auditorio de curiosos, esperando presenciar el nuevo e irremediable
crimen del Diablo.
No tuvieron que esperar mucho, cuando el Diablo
entró pateando las mesas y empujando a los curiosos que le obstruían el paso.
Se detuvo en seco mirando a la misma persona vestida de blanco sentado
nuevamente en su mesa favorita, rápidamente empuñó su filoso puñal, que brilló
como un rayo por los aires, y con los ojos desorbitados y el rostro rojo de ira
se lanzó sobre el impávido y solitario pasante de medicina.
Justo cuando se echó sobre el aspirante a
galeno, se escuchó el seco sonido de un disparo de pistola.
Momentáneamente los dos cuerpos quedaron
congelados frente a frente. El diablo con el rostro lleno de ira y de sorpresa
y con el puñal amenazante. El médico, sentado, esperando el golpe fatal.
De pronto, se dibujó una mancha de sangre que
iba creciendo sobre la camiseta del Diablo, que éste intentaba detener con su mano
izquierda y mirando con sorpresa al médico, cayó pesadamente al piso, mientras
sus ojos se ponían en blanco y sus piernas registraban un involuntario temblor.
Entre los asistentes se escuchó una voz de
mujer que gritó por inercia: “¡Llamen a un doctor!”, pero el único doctor que
había en el lugar, contemplaba con atención las últimas reacciones del Diablo,
mientras ocultaba entre su impecable bata blanca, una pistola automática calibre
38 súper.
La policía llegó de inmediato y no pudieron
evitar una sonrisa de satisfacción cuando vieron al Diablo tirado en el piso en
medio de un enorme charco de sangre.
Como es de rigor, el comandante preguntó a
todos en voz alta, “¿Alguien me puede decir qué pasó aquí?”
Pero la educada población de Salina Cruz no dijo
nada y todos retomaron sus mesas como si se tratara de un día de fiesta.
El dueño de la cantina se acercó al comandante
y le dijo, “No vimos nada, sólo la sombra de una persona desconocida que salió
corriendo”.
El comandante se dirigió entonces al único
doctor que tenía casi enfrente y le preguntó si el sujeto tendido en el piso
tenía alguna salvación. Pero aquel joven pasante de medicina, movió la cabeza negando
con resignación, mientras decía: "No tiene remedio, parece que le dieron
un balazo que le perforó el corazón" y volteando su silla hacia su mesa, ordenó
otra cerveza.
(Esta narración la publiqué originalmente en el blog "Oaxaca" www.jesusedgar.blogspot.mx La presente es una versión editada.)
martes, 4 de noviembre de 2014
La carreta de la muerte
Hay leyendas que muchas personas tienen la oportunidad de conocer, pero muy
pocas han sobrevivido para contarlas.
Fue precisamente en el mes de noviembre cuando visité a "Bic' rab", el viejo raboverde, que conserva en su jardín uno de los mejores ejemplares de plantas endémicas de la región, la mayoría medicinales, y que a muy pocas personas les permite conocer.
Estuvimos platicando sobre muy diversos asuntos y nos sorprendió la noche con un frío espectral, por lo que mi viejo amigo sacó de entre un antiguo baúl dos botellas de mezcal.
Pasaba ya de la medianoche, me
disponía a retirarme cuando del oscuro horizonte emergió el aullido creciente de
los perros seguido de un sonido caversono que crecía gradualmente:
"ric-rac-truc-trac".
Cuando Bic' rab lo escuchó se quedó congelado: "¿Lo escuchas?” me preguntó.
Efectivamente, sobre la
calle de arena, junto al muro de adobe, por la parte de los carrizos que hacen de entrada principal, se escuchaba el
maligno sonido que causaba un dolor de cabeza, como si a uno lo golpeara un martillo a cada horrible sonido
"ric-rac-truc-trac".
Bic' rab con los ojos vidriosos por lágrimas de terror me apartó contra la pared y dijo: “¡Maldita sea! ¡Más que nunca, alguien va a
morir!” Se quedó mirando su cuerpo como buscando algo y luego me miró a mí. Yo
que tenía el escalofrío a flor de piel levanté la mano y le dije, "No, no,
no. Eso sí que no."
Avanzamos con cautela para ver qué producía aquel ruido, pero yo no ví nada. Bic' rab, en cambio, abría los ojos
desmesuradamente, sudando en medio de aquel frío terrible, señalaba algo
visible sólo para sus ojos.
----¿Dime Bic´, qué ves? le pregunté.
Y el viejo Bic´ hablaba con la voz entrecortada y temerosa, señalando hacia
una figura invisible: "Allí, ¿que no lo miras?”. Pero yo no veía nada, solo las sombras de la
profundidad de la noche y el aullido incesante de los perros.
---Por favor, Bic`, insistí, ¿dime qué es, por qué estás asustado?
Y él me contestó: "Más que nunca, como le pasó a mi padre, ahora viene
por mí. Más que nunca, es la carreta de la muerte.
Toda ella está formada de huesos amarillentos y viejos. Sus ruedas están
formadas de huesos amarrados con mecate. La va jalando un caballo negro y
fuerte y la va conduciendo el carretero de la muerte. Ese hombre viejo cuyo
rostro le tapa el sombrero y lleva una capa negra que cubre todo su cuerpo. El
caballo tiene enormes ojos rojizos que parecen llamas de fuego. Y el carretero
ahora viene por alguien…Más que nunca...”
----Bic´, háblale, pregúntale qué quiere, le dije con mucho temor.
----Shhhhhh. Cállate, nos va a descubrir. Anda buscando a alguien. Alguien
que hoy va a morir.
----Por favor, Bic´, pregúntale quién.
Y de pronto, como si la figura fantasmal aquella nos hubiese escuchado, se
oyó con toda claridad como alguien avanzaba hacia la puerta de carrizo, misma
que se abrió, supongo yo, por efecto del viento, pero Bic´rab estaba
francamente aterrorizado.
Noté que su calzón de manta estaba mojado. Lo que haya sido le provocó que
se orinara en su propio pantalón. Tenía los pelos de punta y boquiabierto tenía
la miraba extraviada y con los ojos sumamente desorbitados y trataba de evadir algo
o alguien, que al parecer lo detenía y contra lo que luchaba desesperadamente,
como peleando contra el aire.
Todo era ridículo, como una pantomima en la que el viejo Bic´ bailaba e
intentaba zafarse de algo, pero el terror y la fuerza que ponía en esa lucha,
lo hacían todo más bien, escalofriante.
Me ordenó a gritos que arrancara un poco de albahaca y que le echara mezcal
y en medio de aquel espectáculo de locura yo le pasé tres ramos de albahaca
empapados en mezcal, con los que él parecía defenderse como una espada contra
un atacante imaginario.
Yo tenía la piel erizada por el terror, mientras un zumbido profundo me
taladraba el cerebro, e incluso llegué a pensar que Bic´rab había enloquecido y
junto con él yo.
El espectáculo aquel se prolongaba eternamente y me arrepentí de haber
visitado al viejo Bic.
Incluso, llegué a pensar que aquello era una broma. Me daban ganas de reír
y pensar que todo aquello era provocado por el exceso de mezcal, pero era
inexplicable y sumamente tenebroso el ruido aquel, como un eco surgido de lo
más profundo de las cavernas, que se repetía de nuevo "¡ric-rac-truc-trac!",
mientras el viejo Bic´rab permanecía tirado entre las hierbas, todo lleno de
sudor, todo orinado y con el corazón palpitante pareciendo que se le quería
salir de la camisa, y el aullido de los perros aumentaba con mucha insistencia.
Bic´rab, en el piso, respiraba con dificultad.
Como pude lo cargué y nunca pensé que aquel hombre bajito de unos 80 años pesara
tanto.
Arrastrándolo en el piso, lo dejé recostado en un petate en su corredor y
de inmediato llamé a la policía municipal para que trajeran un médico.
La respuesta fue que no podían traer a ningún médico porque los del centro
de salud trabajaban medio día y me dijeron que esperara a que amaneciera, no
faltaba mucho, era de madrugada.
Grité un par de groserías a los que me contestaron y estaba a punto de
salir a la calle en busca de ayuda cuando Bic´rab se incorporó exhausto y me
ordenó con la voz entrecortada: "No te vayas, quédate aquí, conmigo."
Me recosté a su lado con alivio porque estaba vivo.
Entonces noté que mi pantalón también estaba mojado. En algún momento me
mojé sin darme cuenta. Enseguida me quedé profundamente dormido y tuve terribles
pesadillas de las que tampoco Bic`rab me pudo despertar porque también el sueño
y el cansancio lo habían vencido.
No supimos cuanto tiempo estuvimos durmiendo, cuando una voz de mujer nos despertó y ya el sol empezaba a levantarse en el horizonte.
La voz de la mujer cada vez se hacía más fuerte con una letanía bien sólida
de groserías:
"¡Chingao, chimpaimul, borrachos desgraciados, miren nomás cómo
acabaron, debería darles vergüenza, destrozaron la puerta y dañaron varios
surcos de plantas. No tienen remedio..."
Era la hermana de Bic`rab, de unos setenta años, que venía a dejarle el
desayuno en una canasta de carrizo.
El olor a pan caliente, el humo incesante que despedía el jarro con
chocolate y la jarra del atole me hicieron olvidar todo lo pasado.
Desayunamos en silencio, estábamos hambrientos. Bic` rab me miró con
complicidad y me dijo discretamente: "Esta vez estuvo cerca. Cuando venga
el carretero de la muerte tienes que espantarlo con albahaca mojada en mezcal.
Venía por mí pero lo mandé derechito a buscar a su madre."
Nos almorzamos unas tortillas recién salidas del comal con un plato de
frijoles de olla con chille verde y cebolla picada, con sabor a gloria.
Una vez que nos atendió, la hermana de Bic´rab intentaba corregir los
surcos de las plantas maltratadas y levantando un pedazo de hueso amarillo de
entre las plantas, dijo: “¿Qué hace aquí este pedazo de hueso viejo que parece
de humano?”
(Esta leyenda la publiqué originalmente en el blog www.san-antonino.blogspot.com, la presento aquí editada como un material de divulgación literaria.)
lunes, 13 de octubre de 2014
La muerte del amo
Al tercer día, en velo, la jauría hambrienta de perros determinó que el amo era comestible y se procedió en consecuencia.
jueves, 2 de octubre de 2014
La Sociedad de los Poetas Muertos
Los
miembros de la Sociedad de los Poetas Muertos le rendían honor a su nombre:
improductivos y sin creatividad.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Vanidad
Cuando
la bella y no menos vanidosa festejada terminó de arreglarse, la fiesta ya
había llegado a su fin.
martes, 2 de septiembre de 2014
El mejor amigo del hombre
Adoptaba
decenas de perros callejeros que un día, mientras dormía, se lo comieron en
sangriento festín.
jueves, 28 de agosto de 2014
Vida extraterrestre
En
lo más profundo del océano, un pez abismal le decía a otro: "Es ridículo
pensar que pudiera haber vida fuera de aquí".
lunes, 25 de agosto de 2014
Celosa
La
celosa mujer le dijo: "Tu corazón me pertenece." Y abriéndole el
pecho extrajo un sangriento, caliente y palpitante corazón.
viernes, 22 de agosto de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
El celular
Cuando
la fría mano le entregó el teléfono celular, aquel lo volvió a tirar con miedo. No había
nadie más en esa oscura habitación.
martes, 19 de agosto de 2014
Dios no se equivoca
La guerra religiosa comenzó cuando un bando
detectó que el mensaje escrito por el Dios contrario, tenía faltas de ortografía.
domingo, 17 de agosto de 2014
La buena suerte
El asesino profesional avanzó apuntando el arma a
su víctima y a punto de tirar resbaló, desnucándose instantáneamente.
viernes, 15 de agosto de 2014
martes, 12 de agosto de 2014
El galán
Era muy guapo y literalmente las traía muertas,
pero a ninguna le hacia caso; su orgullo era tan grande como su homosexualidad
viernes, 8 de agosto de 2014
El caballero y la feminista
Cuando la feminista lo agredió por abrirle la
puerta, el taxista dijo: Pues a ver cómo baja porque ésta sólo abre por afuera.
miércoles, 6 de agosto de 2014
El intruso
Cuando regresó a su casa miró a un hombre en su
cama. Molesto quiso correrlo, pero descubrió que era su cuerpo que yacía
muerto.
martes, 5 de agosto de 2014
Esculturas
El escultor era tan realista, que sus esculturas
una vez concluidas, escapaban corriendo de su taller.
lunes, 4 de agosto de 2014
El Rey va desnudo, y la princesa también
La mayor hazaña del sastrecillo del Rey que iba
desnudo, fue que su hermosa hija vistiera uno de sus imaginarios diseños.
miércoles, 30 de julio de 2014
El patito feo
El patito feo era arrogante y engreído, creyendo
que sería un cisne negro. A diferencia del cuento, él sí era un pato feo.
martes, 29 de julio de 2014
El sacrificio
Justo
cuando iban a sacarle el corazón a la hermosa doncella, un rayo mató al
misógino cacique que ordenó el sacrificio.
sábado, 26 de julio de 2014
El olfato del líder
Por donde quiera que fuera el líder olía todo mal, su olfato nunca le
fallaba; nunca nadie le dijo que el que olía mal era él.
viernes, 25 de julio de 2014
El Exorcista
En plena sesión, el exorcista se rió del diablo,
con tanta gracia, que lo contagió y se fueron a la cantina a contar chistes.
jueves, 24 de julio de 2014
Final feliz
El sicario contratado para matarlo pidió un cigarro a su víctima, inició un diálogo y nació una amistad que duró toda la vida.
martes, 22 de julio de 2014
Rómulo y Remo
Rómulo y Remo esperaron en vano a la loba que los alimentaría. La perrera municipal estuvo muy activa en el Tíber.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)