martes, 31 de julio de 2018

Inmortalidad del cerebro humano












(Foto David Cassolato. Pexels.)

Hoy podemos atrapar parte del pensamiento.

Lo hacemos a través de la escritura o alguna manifestación artística como la pintura, la escultura o la música.

Pero eso solo es parte.

Una de las ideas históricas que se desprende de la ciencia ficción y que flota en los medios científicos actuales es ¿cómo conservar el cerebro humano?

Pero por conservar nos referimos no sólo al órgano, sino su información acumulada y lo más importante, los procesos que recrean la inteligencia.

Supongamos que tenemos un científico muy destacado, cuyos conocimientos y cuya inteligencia representan un valor de enorme trascendencia porque aporta algo útil a la humanidad, en cualquier campo. Pero llega un día en que el científico muere y con excepción de su obra escrita o documentada que haya dejado, ya no se podrá esperar más de él.

Imaginemos que de Leonardo Da Vinci, por ejemplo, a pesar de haber muerto hace cientos de años, se hubiera podido conservar su cerebro con todas sus funciones intelectuales, es decir, que su cerebro pudiera hacerse inmortal y seguir produciendo con esa genialidad que lo caracterizó. Lo mismo podríamos decir de Hawking, Sagan o Einstein.

Es lógico suponer que las aportaciones de los grandes genios de la humanidad se dan en una relación espacio-temporal y que si ese horizonte temporal de la vida humana se prolongara, su función creativa no solo se mantendría sino que seguiría siendo más productiva.

Tal vez el único pueblo que se comprometió heroicamente con esa idea de conservar a sus hombres destacados o reyes hayan sido los egipcios y cuyas aspiraciones de la resurrección no podremos ver porque los arqueólogos han destruido con malsana curiosidad todas las condiciones que la harían posible.

En la literatura hay varias obras que abordan el problema---puede que haya más, pero ahora solo ubico dos---, una es Frankenstein de Mary Shelley donde la reconstrucción del ser humano le permite conservar su cerebro y las funciones vitales, otra novela es un best seller de Allan Folsom que se llama Cero Absoluto y del que no voy a vender trama porque vale la pena leerla.

El problema entonces es el umbral de la vida humana y la pregunta pertinente es ¿qué podríamos hacer para que esa inteligencia se recreara a lo largo del tiempo a pesar de la mortalidad biológica del ser humano?

Reitero que una cosa es la conservación orgánica del cerebro---que es probable que ya se esté realizando--, pero otra muy importante es conservar su contenido y el mecanismo que opera los procesos del pensamiento, es decir, la generación de ideas.

Imagino que un día se podrá descifrar el misterio de la inteligencia, de la misma manera que se descubrió y hoy se manipula el ADN. Al lograrse esto, ya no imaginaríamos cambiar la cabeza de un genio muerto a un cuerpo vivo para revitalizarla, sino, tal vez sería posible sustraer la información y los programas mentales del sujeto, de la misma manera que respaldamos información o programas en una memoria USB.

Y eso, podría ser mucho más rápido de lo que esperamos.